PLAN DE VACUNACIÓN PRÁCTICAMENTE FALLIDO POR OSCAR NOMBELA

Por  Oscar Nombrela

Según el diccionario de la RAE, practicante significa:

1. adj. Que practica. U. t. c. s.

2. adj. Dicho de una persona: Que practica y profesa su religión

3. Persona legalmente capacitada para realizar operaciones de cirugía menor, hacer curas, poner inyecciones o administrar medicinas.

4.Persona que en las boticas está encargada, bajo la dirección del  farmacéutico, de la preparación y despacho de los medicamentos.

Para los legos en terminología, las boticas son las farmacias. También es importante señalar en estos tiempos de igualdad verbal, que no tiene género, que no hay practicanta ni practicanto, sino que es practicante la palabra a utilizar para masculino y femenino.

Así yo me pregunto, ¿podrían administrar las farmacias la vacuna? La respuesta es que ¡claro que sí! También lo podrían hacer las auxiliares de enfermería, que en nuestro país tienen atribuciones y conocimientos suficientes para poner una inyección intramuscular en el deltoides, tal y como indica su pauta y como dicta el Consejo Nacional de Enfermería, que además recomienda observar durante los 20 minutos posteriores a su administración, pese a que las reacciones adversas puedan producirse hasta cuatro horas después.

A fecha 8 de enero de 2021 se habían entregado 743.925 vacunas y administrado 277.976, esto es un 37,4% del total. La diferencia entre las vacunas entregadas y las administradas está prácticamente en la nevera.

Según los datos de que disponemos actualmente, en España hay 316.000 profesionales de la enfermería que son los encargados de administrar las vacunas que ha recibido España, con lo que prácticamente tocarían a 2,35 vacunas por enfermer@, pero aun así no dan abasto. No se vacuna fuera de turnos, ni por las noches ni los fines de semana, ni los festivos, que no han sido pocos en las últimas semanas. Así que, si tenías prisa por recibir esto que es lo que te puede proteger de la muerte, espera, porque no hay enfermer@s para ponértela, aunque sí que hay vacunas en la nevera. Esto es prácticamente incomprensible.



La UE acaba de anunciar la compra de 300 MM más de vacunas para inmunizar en plazo al 80% de la población europea. Esto es, si quitamos a los negacionistas, a los que, por patologías, edad y otras imposibilidades no se les puede administrar, estaría todo listo para en verano tener la vacuna dispensada.

El 80% de la población española son prácticamente 37,5 millones de personas, de los que habría que restar inicialmente los casi 8 millones de menores de 16 años y los casi 2 millones de casos que ya han pasado el COVID y tienen una inmunidad adquirida, al menos temporalmente. Esto arroja una cifra a vacunar de 27,5 millones.

Parece que tenemos un problema por el lado de la administración y no de la cantidad de vacunas, que siguen en la nevera como decimos, dado que han transcurrido 13 días desde la vacuna de Doña Araceli y hemos administrado prácticamente veintiuna mil vacunas/día.

Así, mediante un cálculo sencillo, da igual las vacunas que recibamos porque vamos a tardar algo más 1.300 días en administrar las vacunas a la población objetivo, esto es, prácticamente tres años en inmunizar a la población objetivo a este ritmo.

Probablemente tardaremos unos tres meses en tomar otra decisión al “súper” plan de vacunación establecido, como ya sucedió con lo de los test de diagnóstico… y nos acabará vacunando la UME, ¡o algo así!

El PLAN de vacunación, de 107 páginas, lo han elaborado 32 funcionarios, profesionales y expertos convocados por el Ministerio de Sanidad el 2 de diciembre de 2020 y fue ratificado por la Comisión de Salud Pública el 18 de diciembre. En este, se fija como objetivo principal la dispersión gradual, en función de su probable escasez de disponibilidad inicial. Este problema, al parecer, no existe dado que las vacunas siguen en la nevera. Posteriormente, se establecen unos criterios de dosificación en base al riesgo de mortalidad y morbilidad grave, no al de capacidad de contagio, ni al de densidad demográfica, que parecen determinantes en el caso del riesgo de contagio, con lo que se puede seguir diseminando libremente, aunque los que no pueden contagiar estarán protegidos… Esto es prácticamente un trabalenguas, ¿no creen?



Yo estaría en el último tramo del primer tercio de vacunación, según los criterios establecidos, con lo que calculo que me tocaría vacunarme allá por abril, atendiendo los plazos del casi ex Ministro Illa, en los que terminaríamos para después de verano. Pero según va el ritmo, cuando me digan que me tengo que esperar tres meses más, ¿qué hago? Porque si asumo la responsabilidad libremente de ponérmela, pienso que también puedo exigir el derecho parejo a que se me administre en la fecha prevista. Particularmente me da igual que me la ponga un practicante, una enfermer@, un auxiliar de enfermería, un farmaceutic@, un médic@, o mi madre, que es veterinaria. Pienso que eso es prácticamente lo mismo y que lo que verdaderamente importa es sacar las vacunas de la nevera y ponerlas para alcanzar la inmunidad de grupo y salir de esta ruina tan lamentablemente mal gestionada a todos los niveles, en este caso también.



Está claro que hay que revisar con urgencia prácticamente todo el Plan y sobre todo fijar la atención en administrar las vacunas y no tanto en ser tan escrupulosos en a quién ni cuándo, porque esos criterios y plazos ya se están incumpliendo, así como los objetivos de partida.