LA RECUPERACIÓN EN “K”

La caída brusca de la economía, de los mercados financieros, del mercado laboral, y en
general de toda la actividad productiva que devino a raíz de la extensión de la pandemia del
COVID-19 propició toda clase de especulaciones, adivinanzas, previsiones. Unos sostenían

que iba a ser una recuperación en “V”, es decir una recuperación inmediata y completa. Otros,
menos optimistas, auguraban una recuperación en “L-----“, traducido como una caída brusca
seguida de un largo período de estabilidad en la caída. Otros hablaban de una recuperación
“” que indica una caída brusca seguida de una recuperación paulatina, lenta pero completa.
Ninguno acertó.


Es estos momentos la apuesta previsible con más visos de acertar es la recuperación
en K. A la consabida caída ya no le sigue una tendencia global, sino que se divide en dos
direcciones opuestas: los que ganan y los que pierden.
El style of life posterior va a llevar consecuencias distintas y divergentes en todos los
ámbitos.


En el ámbito geográfico, los países asiáticos tienen unas culturas de disciplina distintas
al mundo occidental. Han llevado con mucha rigurosidad las medidas precautorias y de
redención que han permitido que, con un confinamiento brutal y cese total de actividad, se
cerrase un paréntesis que ha logrado la práctica erradicación de la pandemia con lo que la
actividad se ha recuperado en V y les ha permitido abastecer al mundo occidental de material
industrial y sanitario de tal modo que CHINA ha terminado 2020 incluso con un aumento del
2,1% del PIB.

Por el contrario, el mundo occidental erró absolutamente en el diagnóstico y la
solución. De aquel “…en España no se dará más allá de uno o dos contagios” que rezó el
Gobierno social-comunista a través de su portavoz de Sanidad, o aquello de Johnson sobre la
“inmunidad de rebaño” en Reino Unido, Europa y EEUU, Rusia, Turquía, India, y demás erraron
en la solución. El miedo de los políticos a tomar decisiones confinatorias y ser contestados en
calle y urnas los hizo cobardes. Aquellos confinamientos duros de primavera fueron
insuficientes en el tiempo y duraron demasiado poco para erradicar. Se propusieron
“amortiguar” y “aplanar” la curva en vez de objetivarse la erradicación. De aquellos errores los
males actuales: Segundas y terceras olas. Paro. Inactividad. Mantenimiento de las economías
con “dopaje monetario” al emitir dinero y comprar bonos. Atascos burocráticos y políticos que
han pensado más en su status que en soluciones. La caída del PIB de Europa va a estar en
torno al 9% y no se prevé una recuperación completa hasta pasado 2.025.

En el ámbito sectorial ocurre algo similar. La “K” se acentúa. El sector del ocio, turismo
y servicios es el protagonista de la línea descendiente de la “K”. El sector farmacéutico, salud,
tecnológico son la directriz alcista. Se va a primar más la salud, el teletrabajo, el ocio
domiciliario, y va a descender el hábito de viajes de negocios, el turismo, la barra del bar, el
restaurante colapsado.

De todos es sabido que los mercados financieros (bolsas) anticipan la evolución de la
economía. Raramente se equivocan. Cuando observas que los valores como IAG (Iberia),
Meliá, Repsol, han caído sobre un 60% se ratifica la parte descendente de la “K”. Por el contrario,

Farmamar, Astrazeneca, Sanofi, Apple, Facebook, Google han batido todos los récords de
cotización de su historia, también ratifica que son la parte ganadora de la “K”.
En lo que respecta a nuestro entorno más próximo la previsión anuncia nubarrones de
tormenta. Tormenta feroz y larga. Nuestra base de actividad es el turismo y la hostelería. Dicha
actividad se sustenta en la capacidad de gasto del visitante que destina parte de sus ingresos a
un tiempo de asueto y viaje. Nuestra oferta sigue siendo de calidad, de buen precio, de buen
clima, de nuestra hospitalidad, pero ¿Puede nuestro cliente hacer uso de ello? Difícilmente.

Nuestro mercado emisor nacional se ve en un entorno del 20% de paro, de reducción de
salarios, de reducción de oferta laboral. Miedo al contagio y restricciones oficiales para
contener los contagios. Las ayudas públicas son finitas en el tiempo (subsidios, prestaciones,
ERTES) y el efecto hormiguero hace que se ahorre “por si vienen mal dadas” y la
incertidumbre. A priori, una de las cosas que más se prescinde es el turismo.

Nuestro segundo mercado emisor es el turismo británico. Bien nos vale que se ha
firmado un acuerdo post Brexit que evita aranceles y cuotas comerciales entre la UE y RU,
pero no que no se va a evitar es que el Reino Unido deja de ser espacio Schenguen. No habrá
 libertad de movimiento. Hará falta aduana, pasaporte, y controles para venir. Además, se
aventura que el RU va a sufrir una caída, adicional, de su PIB por el BREXIT que significará
unos 2 puntos porcentuales más que Europa. Lo más probable es que se acerque al 11%. Esa
disminución de su riqueza se traduce en reducción de poder adquisitivo con respecto al Euro y
una importante caída de la cotización de la Libra Esterlina. En resumen, en poco tiempo, sus
vacaciones en Benidorm se van a encarecer entre un 15% y un 20%. Nada augura mejoras.

Benidorm no se va a hundir ni desaparecer. Por una parte, nuestra planta hotelera está
bien financiada, con poca deuda, con reformas y actualizaciones continuas y recientes. Hay
liquidez, solvencia y margen de maniobra para poder pasar unos años sin beneficios gracias a
los buenos resultados de estos últimos años. Estamos mejor posicionados que otros mercados
(como las islas) para comenzar antes la recuperación.


Va a sufrir, mucho más, el comercio y la pequeña restauración. Las compras online y
los centros comerciales se van a comer más trozo de la tarta de consumo, y eso que ya habían
rascado bastante. El turista ya hará bastante gasto con transporte y alojamiento como para
hacer compras. Los residentes verán que su tasa de parados aumenta y sus salarios
disminuyen con lo que su gasto en servicios de subsistencia (comida, electricidad, seguros,
gas, teléfono, comunidad) tomarán más peso y les quedará menos ahorro disponible.

No me extrañaría mucho una importante disminución de la población censada.
Trabajos poco cualificados que dependen de hoteles, bares, restaurantes y tiendas que
pierdan sus ingresos no podrán seguir viviendo en una ciudad, por lo general, cara. Volverán a
sus lugares de origen o buscarán otro mercado laboral.


Veremos, me temo y lamento, unos años muy difíciles para el sector que forma parte
de la pata descendente de la “K”. En Benidorm también.


JOAN AYALA
Benidorm, 28/12/2020