Un fármaco para el corazón logra que ratones obesos adelgacen sin hacer dieta

La obesidad es un problema de salud en todo el mundo. Una epidemia global que se ha triplicado en el mundo desde 1975, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, últimos datos la sitúan en el 23% y, además de ser principal factor de riesgo de muchas enfermedades, estudios han demostrado que la obesidad es el principal condicionante para tener Covid grave más allá de la edad.

En este contexto, un equipo de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) acaba de publicar en Nature Metabolism un hallazgo que puede ayudar en la lucha contra la obesidad. Un viejo fármaco para enfermedades cardiovasculares, la digoxina, consigue que ratones obesos pierdan hasta un 40% de su peso sin ingerir menos calorías ni hacer ejercicio. Además, no tuvieron ningún efecto secundario.

«No hicieron absolutamente nada distinto y siguieron comiendo una dieta rica en grasas y calorías. En una o dos semanas empezamos a ver resultados y a las tres o cuatro los ratones ya no estaban obesos», explica a El Independiente Nabil Djouder, jefe de grupo de Factores de Crecimiento, Nutrientes y Cáncer del CNIO. Los ratones obesos que tomaron la digoxina se curaron, además, de trastornos metabólicos asociados al peso.

El prometedor fármaco, explica el investigador, reduce la interleucina 17A, una molécula relacionada con la inflamación. «Esta molécula actúa directamente sobre los adipocitos y hace una reprogramación de las células. Cuando el medicamento inhibe la producción de la IL-17A, el metabolismo cambia rápidamente y el ratón empieza a quemar más grasa», explica Djouder.

Al actuar sobre el mecanismo inflamatorio, este fármaco consigue combatir también enfermedades relacionadas con el síndrome metabólico, como la diabetes tipo 2, la hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares que suponen la primera causa de mortalidad en España.

Los investigadores mantuvieron la medicación de los ratones durante ocho meses en los que el fármaco no perdió efecto pero, eso sí, cuando dejaban de tomarlo volvían a coger peso. «El efecto es reversible. Si dejaban de tomar el fármaco volvían a su peso unas semanas después, pero hemos visto que lo pueden tomar en el tiempo sin que les produzca efectos adversos ni otros problemas. Les hicimos incluso tests de psicomotricidad para ver si el fármaco les producía algún efecto sobre ello y no fue así», afirma el investigador del CNIO.

Djouder defiende así mismo que en su uso en humanos, la digoxina «se encuentra entre los fármacos que se consideran con pocos efectos adversos y lleva en uso más de 20 años». Para que los ratones consiguieran adelgazar se les tenía que dar una dosis tres veces mayor a la que toman los adultos «y aún así no les generó toxicidad».

Aunque el hallazgo es muy prometedor, aún quedan pasos por delante. Es necesario ensayar el fármaco con este fin en humanos para comprobar que es seguro y eficaz. «De momento hemos podido ver en estudios epidemiológicos de pacientes que tomaban digoxina por sus problemas cardiacos que los pacientes veían reducido su colesterol. La pérdida de peso no la vimos pero se explica tanto porque la dosis no sería suficiente y porque los fármacos que habitualmente toman también estos pacientes producen mucha retención de líquidos y el adelgazamiento pudo quedar eclipsado», afirma.

Los investigadores del CNIO subrayan la importancia de su hallazgo porque «identifica un nexo causal entre inflamación y aumento de peso» y abre una vía para esclarecer los mecanismos moleculares que convierten la obesidad en una enfermedad inflamatoria.

A día de hoy unos 60 millones de personas son obesas en todo el mundo y no hay un tratamiento efectivo parra combatirla.