¿Son estos los políticos que queremos?

“Es fundamental que los ciudadanos abramos los ojos y votemos a una nueva generación de políticos que se hagan creíbles y no vengan con mochilas. Hay que encontrar y convencer a los mejores”

Leopoldo Bernabeu

Secretario General de CONTIGO


A colación de mi reciente elección como Secretario General de CONTIGO Somos Democracia y, entiendo yo, presuponiendo que tengo pensado presentar mi candidatura para alguna administración, me preguntaban en un programa de radio que a cuantos concejales aspiraba este partido en las próximas elecciones de Mayo. Aunque debería haberme quedado sorprendido por la pregunta, la corta experiencia en política pero la extensa en el lado mediático de la barrera, me ayudaron a comprender que nada había cambiado. Ni importan programas, ni nada más que la mera especulación por un resultado que está por llegar. La primera pregunta a la yugular.

Intenté que mi respuesta, como hago casi siempre que tengo oportunidad, fuera constructiva. Le dije al periodista algo así como que lo que me sorprendería de verdad es que un solo español volviera a dar su voto a los partidos de siempre. Justifiqué la romántica respuesta en el manido argumento que me hace cuestionarme, día sí, día también, que más debe suceder en este país para que los ciudadanos despierten de una vez. Me sorprende hasta la incomprensión, la paradoja que se da entre los millones de personas que a diario cuestionan lo que nuestros gobernantes de los últimos 15 años han hecho de nuestro país, y la nula capacidad de aplicar ese razonamiento cuando van a ejercer su derecho al voto. Desperdiciar de esa manera su única posibilidad, cada cuatro años, de cambiar la situación, me genera un desasosiego interno difícil de explicar con palabras.

El estar convencido de que España necesita de manera urgente una nueva generación de políticos, una segunda transición, es lo que me ha obligado a dar de nuevo el paso e intentar, esta vez desde un partido político nacional, poner mi granito de arena. Lo más cómodo es quedarse en casa, quejarse en la barra del bar, o formar parte de un proyecto en ascenso meteórico, garantizándome así un puesto en cualquier administración pública. Opciones he tenido, lo garantizo.

Pero ninguna de esas tres opciones va con mi forma de ver la realidad que vive hoy mi querida nación. Critiqué en su día el oportunismo de Podemos y hoy no encuentro diferencia alguna con el de Vox. Ambas son formaciones nacidos al albur de unas circunstancias muy concretas, pero nada beneficiosas para construir, desde el consenso y la tolerancia, el futuro que a todos nos conviene de paz y progreso. NI el 15M de antaño, ni la bandera española ahora, son suficiente argumento para resolver los graves problemas que afronta este país. Son, con todos mis respetos y máxima lealtad a nuestra enseña nacional, peligrosos e inciertos atajos.

Hace poco más de un mes, se cumplió el 43º aniversario del fallecimiento de Franco, dos días después la proclamación del Rey Juan Carlos y, a continuación, el 40º Aniversario de nuestra Constitución, hoy puesta en riesgo por culpa de las debilidades de una Democracia mal conducida por algunos. Delegar competencias tan fundamentales como la Educación en 17 autonomías, hasta haber convertido este país en un reino de taifas, donde cada uno ha explicado la historia de nuestra nación como ha querido, es el problema que ha ocasionado que los independentistas catalanes de hoy intenten trocear nuestra nación, y muchos otros partidos nacionalistas aletargados, esperen su momento. Otro día hablaremos de algo similar en la sanidad, la justicia y la seguridad de España.

Es fundamental que los ciudadanos abramos los ojos y votemos a una nueva generación de políticos que se hagan creíbles y no vengan con mochilas. Hay que encontrar y convencer a los mejores. No nos valen ejemplos como el de un Pedro Sánchez que dijo alto y claro que presentaba la Moción de Censura a Rajoy única y exclusivamente para convocar elecciones de manera inmediata, y sobra recordar lo que dice a día de hoy, proclamando además, sin que se le caiga la cara de vergüenza, la importancia que tiene el valor de la palabra. Ni podemos creer a un grupo como el de Albert Rivera, que antes de elecciones llevaba como estandarte la Reforma de la Ley Electoral, y en cuanto vio crecer sus apoyos en las encuestas, aplicó lo de donde dije digo, digo Diego. Mucho menos al peligroso y antidemocrático Pablo Iglesias, que la misma noche de las elecciones andaluzas y ante el desolador resultado de los suyos, reclamó a las hordas de su partido salir a las calles a perseguir a los votantes de Vox.

Y por venirnos hasta la Comunidad Valenciana, recordar tan sólo dos casos: las cuatro veces que, en menos de tres años, el Presidente socialista Ximo Puig ha engañado a todos los benidormenses con la puesta en marcha de las obras del Centro Cultural o el Instituto Pere Maria Orts i Bosch; y el de nuestro hoy alcalde en Benidorm, el popular Toni Pérez, que lo es entre otras cuestiones, gracias a prometer y luego no cumplir, que si llegaba al poder derogaría el recién aprobado contrato por diez años a la empresa que gestiona la zona azul y la grúa, así como la anulación inmediata del contrato por otros siete con la empresa que gestiona el Low Festival. Discúlpenme, sólo quería hacerles ver que la mentira no es algo inherente a unas siglas políticas, sino a las personas que están al frente de ellas.

¿Qué cuántos concejales va a conseguir CONTIGO en las próximas elecciones en toda España?, aquellos que los ciudadanos cansados de que les engañen, quieran.