Los residentes chinos en la provincia de Alicante hacen las maletas

La colonia china en la provincia de Alicante, que llegó a tener más de 15.000 residentes, muy integrados en un territorio en el que realizaban importantes inversiones en la compra de viviendas a lo largo de toda la costa, mengua. La pandemia ha provocado el éxodo del 20% de la comunidad del país asiático, unas 3.000 personas que han optado mayoritariamente por regresar a China de forma temporal o definitiva, incluso familias enteras, o bien por trasladarse a las principales urbes españolas donde se asientan sus conciudadanos.

Es decir, uno de cada cinco se han marchado. Los chinos celebran hoy su Año Nuevo, que se extenderá hasta el 31 de enero de 2022. Según su horóscopo, empieza el año del buey, con la esperanza de una nueva etapa que deje atrás la de la rata, marcada por el virus global que estalló precisamente en China.

Aunque la inestabilidad económica y la inseguridad sanitaria es común a toda España, asociaciones interculturales y empresarios chinos en Alicante coinciden en que sus paisanos buscan nuevas oportunidades de negocio en Madrid, Barcelona y Valencia al verse muy afectados la hostelería y el comercio de la costa, que viven esencialmente del turismo, hundido por el covid. Las pérdidas de los negocios chinos en la provincia son superiores al 60% de su facturación habitual y se ha parado la inversión inmobiliaria que venían realizando en promociones a lo largo de toda la costa alicantina, muy apreciada por los asiáticos que buscaban su cielo azul, lejos de la contaminación en China. De ahí el interés que los inversores del país oriental tenían hasta que estalló la pandemia en la compra de vivienda vacacional pero también habitual ante la llegada, por entonces, de familias enteras hacia Alicante, con la implantación de inmobiliarias chinas para resolver toda la documentación. Todo este mercado se ha parado en seco.

En la provincia también existe una importante generación de chinos universitarios, hijos de los primeros ciudadanos que se trasladaron, y que ha saltado de los bazares y restaurantes que montaron sus padres a oficinas y consultoras. También hay empresarios chinos de vinos e ingenieros que trabajan sobre todo en Alicante y Elche: en el polígono de Carrús se asientan alrededor de un centenar de almacenes de moda, calzado y otros productos con origen en China.

Esta comunidad asiática en la provincia ha apostado por la máxima precaución frente al covid-19, explica BinBin Ji, que trabaja en una asesoría en la capital. Según Ji, les preocupa la situación en general en España porque en la tercera ola conocen a cada vez más gente cercana contagiada e incluso ingresada, explica. «Los negocios más afectados son los de hostería y comercios de la costa, que viven del turismo. Ante la inestabilidad e inseguridad sanitaria, tengo clientes que ha optado por volver a China provisionalmente e incluso gente que abandona España definitivamente».

En la misma línea se expresa Miguel Ángel Martínez, fundador de la Asociación Intercultural Alacant-Xina, quien destaca la absoluta paralización que la pandemia ha provocado en el intercambio económico y cultural entre China y España. Los más afectados, afirma, son los comerciantes que tenían bazares en pueblos pequeños de la provincia, ya que los han tenido que cerrar, mientras que en las grandes ciudades de la provincia subsisten abriendo a mediodía para compensar el recorte horario.

Otro tanto pasa con los negocios de hostelería: locales familiares pequeños han cerrado y los más grandes intentan subsistir con la comida preparada para entregar a domicilio. «Algunas familias se han marchado a China y otras a Madrid, Barcelona o Valencia. También hay familias que, con la ayuda de otras, se integran en actividades económicas muy distintas como fábricas de exportación e importación de aceite, jamón y calzado, perfil que sí se mantiene. La comunidad está preocupada y muy alerta a todos los cambios que están sucediendo en Asia, Europa y EE UU.

La situación sanitaria está repercutiendo en todas las familias». Se ha paralizado en seco parte importante del negocio inmobiliario en la provincia, es decir, la compra de viviendas por parte de la comunidad china en la costa, que estaba consolidado en Moraira, Benidorm, La Nucía, Finestrat, la Playa de San Juan, Santa Pola y Torrevieja. «Un porcentaje alto de personas habían dado la señal, y algunas obras han empezado con el movimiento de tierras y la estructura pero no van a la velocidad que debería.

Son proyectos promovidos con españoles que duraban dos años ahora al ralentí, y en lugar de entregarse las viviendas este verano se retrasará al menos a la primavera de 2022». Martínez señala también que las asesorías chinas renuevan los papeles de residencia para que estén en regla pero se ha paralizado el tránsito de personas entre ambos países.

En el polígono Carrús de Elche ya han cerrado algunos de los almacenes. «Hay un bajón», señala el comerciante Alessandro Zhou, que augura una celebración de Año Nuevo chino light, «en casa con la familia, de fiesta nada y contactos sociales cero», pues están muy preocupados por la salud y más en esta tercera ola tan dura en la provincia de Alicante. En su caso, desinfecta la tienda dos veces al día y ofrece guantes al cliente, que debe llevar la obligada mascarilla. «Con el confinamiento y el aislamiento en general nuestra actividad no va muy bien, ya no vienen turistas, ya no viene gente de fuera».

Nieve Hugao, que lleva 35 años viviendo en Alicante, es una de las restauradoras chinas que ha optado por reabrir su negocio -Restaurante 88, en las proximidades de la Universidad de Alicante- para preparar comida a domicilio. Llevan una semana y van poco a poco, gracias a sus clientes habituales, la mayoría españoles, que han aumentado en un 15%. Por contra han perdido la mitad de su clientela, que era china, ya que preparan comida «auténtica» del país. «Está siendo un año duro y difícil», señala la hostelera, obligada a dejar en ERTE a buena parte de la plantilla, quedándose ella sola con el chef de cocina al perder gran parte de su mercado de golpe con el cierre obligado por la pandemia.