Los hayedos de Villar de Enciso, las Pozas de Arnedillo, los torreznos y las Pochas riojanas

Leopoldo Bernabeu

Y en ese maravilloso deambular vacacional que te permite despertar sin la presión cotidiana, seguimos nuestro peregrinar por la que llaman la España vaciada, que yo creo más llena que nunca, al menos si de paisajes, gentes, manjares y rutas sinfín se trata. Y nada mejor que llegar hasta el que dicen los entendidos que es el mejor lugar del mundo para comer un buen torrezno, algo de lo que damos fe, no sólo porque al probarlos repetimos, sino porque es tan cierto como que El Condado del Motores en San Pedro Manrique fue el pasado año la taberna que se alzó con este premio a nivel internacional. La mejor forma de comprobarlo es pedirlos junto a una buena caña o un buen vaso de vino.



Y hasta allí llegamos tras habernos topado con aquel ritual con profanación incluida en el cementerio olvidado de Aldealcardo y que tanta repercusión ha tenido en los principales medios de comunicación de Soria, y este aprendiz de juntaletras agradecido. Diseñamos entonces la ruta del día siguiente cuyo único objetivo era seguir conociendo y disfrutando a la par. Villar de Enciso y el Parque de los Hayedos nos esperaban y con ellos la apertura de una hoja de ruta inesperada que siempre te dan los caminos de Soria, aunque hay que matizar que Enciso, villa emblemática que da nombre a esta comarca perteneció a Castilla y León hasta 1.833, año en el que pasó a integrarse en La Rioja.

Justo después de pasar por los Yacimientos de Icnitas en el Alto Valle del Cidacos, con más de 1.400 huellas de dinosaurios que quedaron en esa parte de nuestra inmensa península llamada España, nos encontramos con un pueblecito de 5 habitantes repleto de maravillosas casas señoriales cuyas paredes nos hablan de la historia que por allí pasó, desde los romanos hasta los más recientes judíos expulsados de Francia, que en esta comarca encontraron acomodo. Y desde allí, tras la inmensa carambola que la suerte nos concedió al encontrarnos con José Luis Heras, el funcionario jubilado de la ciudad de Logroño que da lustre, junto a su desparecido tio, a las calles de Villar de Enciso con sus poemas, enfilamos cuesta arriba en busca de la famosa Sierra del Hayedo, un paisaje natural regalo del cielo con miles de hayas y robles que delimita ambas regiones españolas. Una ruta imprescindible para los senderistas que se precien, que tanto se puede iniciar por nuestro lugar elegido o por Taniñe, otra de las bonitas aldeas que junto a La Cuesta y Aldealcardo, se encuentran entre Villar del Río y San Pedro Manrique.



Para otra ocasión dejamos la historia que vendría ahora de haber coronado tan importante cima, algo que motiva nuestro interés por repetir una vez más en esta zona, convertida ya en referencia para llenar de sentido unos días libres y soñar con lo que sería poder tener muchos más y conocer mejor estas fabulosas tierras del interior de España. Seguimos camino hacia las Pozas de Arnedillo, consejo del amigo José Luis, recién llegado de su diario baño en esas aguas termales y a las que con ganas quisimos conocer. Unas construcciones de piedra en el mismo margen del río Cidacos en un entorno natural, de las que manan aguas con propiedades medicinales y composición beneficiosa para la salud. Tal es así que en días festivos es difícil coger sitio y en las noches de verano se convierten en el perfecto y relajante baño a la luz de la luna y las estrellas. Su misterio radica varios kilómetros en dirección hacia el interior de la tierra, de la que emerge el agua a 120 grados de temperatura para llegar a las termas a 52, llenas de sodio, cloro, calcio, bromuro, hierro, silicio e iones de magnesio. Una magnífica experiencia.



El camino y los conocimientos de las experiencias abren el apetito de cualquiera, más aún cuando Arnedo queda tan cerca y tan famosas son sus Pochas a la Riojana, esas alubias que se cocinan antes de su madurez con chorizo, pimiento, tomate y alegrías riojanas, sobrenombre por el que se conoce allí a las guindillas picantes. Os dejo que vamos a comer.