La importancia de sacar los nombres nacionalistas de las calles de Barcelona

En el nomenclátor de la ciudad de Barcelona podemos encontrar muchos nombres que se refieren al nacionalismo catalán, incluso de nombres ficticios, como ‘La Plaça dels Països Catalans’. Es el nombre de la plaza que está justo a la salida de la estación de Sants; no es precisamente la mejor forma de dar la bienvenida a las personas que vienen de los lugares del Levante español.

Este nombre pancatalanista surgido en el siglo XIX como ‘Los territorios del habla catalana’, se ha pervertido durante nuestros días como eje fundamental y estructural del separatismo expansionista catalán. Un nombre que indigna profundamente a la mayoría de habitantes de la Comunidad Valenciana, así como en las Baleares.

Desde Valents hicimos una proposición para el cambio del nombre de dicha plaza por la de Plaza de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Un nombre más coherente y de unión, que representa el momento más álgido de la Ciudad de Barcelona. En el pleno del distrito de Sants-Montjuïc, un servidor, como portavoz de Valents del distrito de Sants-Montjuïc propuso ese cambio y se encontró con la oposición del resto de partidos, excepto Ciudadanos que votó a favor de nuestra propuesta.

Esperable fue la reacción de los partidos separatistas, pero no la del PSC. Pues votaron en contra y argumentaron que esta plaza fue elegida por consenso y de forma democrática. Añadieron que ya existe una calle que se llama Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Nuestra respuesta fue contundente al firmar que “no respetaban el legado de Pasqual Maragall”. Dejando de lado los Juegos Olímpicos y todos los beneficios que aportaron a la ciudad.

En Barcelona se prefiere tener calles dedicadas a elementos de discordia y separación, que conceptos de unión y de relevancia histórica. Recordar también cuando Ada Colau cambió la calle al Almirante Cervera: “Por ser un facha”. El Almirante que vivió prácticamente en el siglo XIX, mientras que el Fascismo lo creó Mussolini en los años 20 del siglo XX.

Una demostración que los nombres de las calles nos dan un antídoto contra la ignorancia. No podemos consentir que se siga poniendo y quitando nombres de calles como la de los Reyes Católicos. Pues el pueblo que ignora su historia está condenado a repetirla.

Acabo con una reflexión: ¿Cómo puede ser que el nombre de catalanes universales como Montserrat Caballé o Salvador Dalí, no tengan una calle de honor en Barcelona, pero el racista de Sabino Arana, o ‘SantCompanys’ tengan honores en la capital catalana?

Debemos de revertir esta situación, pues hay que recordar que detrás de estos nombres hay entidades que cobran jocosas subvenciones públicas para seguir manipulando la historia a su antojo.