La conexión del Watergate y el asalto al Capitolio: el becario de los hombres del presidente que los superó a todos

El 1 de mayo de 1973 un chaval llamado Roger Stone se presentó en una oficina del FBI para declarar de manera voluntaria sobre el caso Watergate, el asalto del año anterior al cuartel general del Partido Demócrata ordenado por el comité de reelección del presidente republicano Richard Nixon.

Su relación con el caso fue anecdótica. Dos días después del robo, Stone fue a casa de uno de los hombres del presidente, Herbert Porter, a cumplir el recado de dar de comer a los perros. Sonó el teléfono. Era James McCord desde la cárcel, detenido por el escándalo. Ordenó a Stone que diera el mensaje urgente a Porter de que necesitaba hablar con él.

La escuela del Watergate

Stone se mostró ante el FBI como un tipo insignificante, quizá la única vez en su vida política que no ha presumido. Pero ya entonces no era un pelele. Tenia sólo 19 años cuando en 1972 le reclutó Porter en la universidad y en pocas semanas ya estaba realizando operaciones de sabotaje de las campañas de rivales de Nixon, lo que llamaban ratfucking.

Le cayó un encargo de Charles Colson —el gran asesor Nixon que terminó en la cárcel— para anular a un rival interno del presidente, el republicano Pete McCloskey.

Stone tenia que acudir a las primarias de New Hampshire y hacer una donación para la campaña de McCloskey haciéndose pasar por miembro del Movimiento Gay de Liberación. La idea era filtrar luego a la prensa esa donación en unos tiempos en los que ser amigo de la causa gay era tóxico para un político.

Stone se negó a hacerse pasar por homosexual, pero propuso hacer la donación en nombre de la Alianza Juvenil Socialista. Entregó 125 dólares en monedas. “Les pedí un recibo y los idiotas me lo dieron”, dijo años después. Ese recibo terminó en los periódicos y así se fabricó el bulo de que el rival de Nixon tenia amigos socialistas.

Un señor de las tinieblas muy precoz

Después de aquello, Stone consiguió un sueldo fijo como becario de los hombres de Nixon. 400 dólares oficiales al mes más otros 150 que le entregaba Porter en billetes bajo mano. Aprendió mil trucos sucios de la cuadrilla de Nixon, pero con el paso del tiempo los iba a superar a todos.

Al fin y al cabo, él tenia un talento innato. Cuando tenia 8 años, en su escuela simularon la campaña electoral entre Kennedy y Nixon. A él le tocó defender la causa demócrata. Fue a la cafetería y contó a todos que los de Nixon habían propuesto que hubiera colegio también los sábados. Kennedy arrasó en el experimento escolar.

“Entonces me di cuenta del poder de la desinformación, algo que por supuesto no he vuelto a practicar desde entonces”, dijo lleno de cinismo en el documental Get Me Roger Stone (Ponne con Roger Stone).

El encuentro con Donald Trump

Nixon marcó a Stone. Literalmente. Se tatuó su cara en la espalda como muestra de admiración por la dureza y resiliencia del presidente. Ha copiado hasta la saciedad su gesto de la victoria, con los brazos en cruz y los dedos en v en cada mano.

No sintió un flechazo parecido hasta que conoció a Donald Trump en 1979. Les presentó uno de los abogados del magnate neoyorkino, Roy Cohn (“No me cuentes qué dice la ley, dime quién es el juez” es una de las frases de este personaje).

“Fue Nixon el primero que vio potencial en Trump para la presidencia”, cuenta Stone, que concerto una cita entre ambos. “Me vi con tu hombre y tengo que decirte que tiene algo. Puede conseguirlo”, comentó Nixon.

A los dos presidentes les une el hilo rojo de lo que podría llamarse la version canalla del Partido Republicano. A Stone le gusta presumir de que él teje ese hilo como nadie. Sabe cómo destruir la reputación de un rival, como agitar el miedo y también la indignacion y la ira.

Stone y el asalto al Capitolio de 2021

Estos días se investiga su papel a la hora de incitar el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 que intentó intimidar a los senadores para anular la victoria electoral de Joe Biden. Stone tiene relación y mantuvo un chat con varios de los extremistas de derecha involucrados en aquel acto, mucho más grave que cualquiera de las maniobras del Watergate.

Algunos incluso ven la marca de Stone en la idea de la invasion intimidatoria del Congreso.

Él presumió de haber incitado el asalto al centro de recuento de Florida en las polémicas elecciones de 2000 que forzó que se dejase de contar votos y dejó la decision en manos del Supremo. Aquello dio la victoria a George W Bush.

También movilizó las protestas para intimidar a los delegados en la convención republicana de Cleveland. Se especulaba con que algunos de los designados para votar a Trump en las primarias de su estado podrían cambiar su voto. Stone prometió enviar manifestantes a las habitaciones de hotel de los delegados que se atrevieran a "robar" la elección de Trump como candidato republicano a la presidencia.

“El pasado es un puto prólogo”, le gusta decir. Las conversaciones grabadas en el despacho oval durante el escándalo Watergate lo atestiguan. Una de ellas muestra la conversación del 31 de marzo de 1973 entre Nixon y su asesor John Dean. Ninguno era un politico con demasiados escrúpulos. Pero había pasos que no iban a dar, como otorgar el perdón presidencial a uno de los asaltantes del Watergate, Howard Hunt, para taparle la boca.

“Hunt está pidiendo el perdón o hablará, pero políticamente es imposible para ti hacerlo” dijo Dean. “Es cierto” asumió Nixon.

Ese paso lo daría Trump el 10 de julio de 2020. Perdonó a uno de sus hombres acusado de obstrucción a la Justicia, de mentir al Congreso y de intimidar a un testigo para ocultar las supuestas maniobras con Rusia en las elecciones de 2016. La única señal de reparo moral de Trump fue anunciar la medida un viernes por la noche, lo que llaman "el vertedero de las noticias del viernes", el momento de menor atención de los ciudadanos. El beneficiario de ese perdón era Roger Stone.