El municipio valenciano de Aras de los Olmos, preparado para desconectarse de la red eléctrica

Sería el primer municipio de España en desconectarse de la red eléctrica que suministra la Administración pública. El proyecto lo encabeza Aras de los Olmos (Valencia), que consiste en el abastecimiento de una producción energética propia, un objetivo único en España para el que afronta sus últimos trámites el municipio valenciano, pendiente de concretar financiación y permisos.

En declaraciones a EFE, su alcalde, Rafael Giménez, destaca que el proyecto se planteó hace "varios años" debido a que el pueblo es final de la línea de distribución de energía y tiene muchos problemas de suministro, pero que la Generalitat, que conoce la situación, señala que repararlos "es muy costoso".

"Estamos en la montaña, y con las adversidades climatológicas se producen averías con mucha facilidad que dejan sin servicio a los vecinos", lamenta el alcalde, quien sin embargo, destaca que tienen "recursos renovables en un área lo bastante cercana como para poder optimizarlos".

El pueblo, de algo más de trescientos habitantes, también cuenta con una empresa propia de distribución de energía, una posibilidad que "no es común" en España, afirma el alcalde, puesto que, además de las tres o cuatro "grandes", solo hay unos pocos centenares en todo el Estado.

Carlos Roldán, responsable técnico del proyecto y catedrático de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), explica a EFE que Aras cuenta con un parque eólico del Grupo ACS en su término municipal, por lo que, aunque la empresa no vaya a participar, es una garantía de seguridad a la hora de construir un generador eólico para abastecimiento de la localidad.

Roldán comenta que Aras dispone de terrenos sin uso para albergar la planta fotovoltaica que también formaría parte del conjunto; recursos ganaderos para producir energía a partir de biomasa de origen animal, o biogás, y tiene restos forestales y de poda que también se aprovecharían para gasificar.

Además, está junto a un pequeño cauce de un río, lo que le permite crear un sistema de dos almacenes de agua a distinta cota, de alrededor de 20 millones de litros, y utilizarlo como almacenamiento de energía.

Para el catedrático de la UPV, "uno de los problemas principales" será "la coordinación de las distintas fuentes", una adversidad que "al final tendría cualquier municipio que quiera funcionar con energías renovables".

Asimismo, el proyecto tiene otros efectos positivos medioambientales y sociales, como el ahorro de 1.200 toneladas de emisiones de CO2 o el de solucionar a los ganaderos, a través de la planta de biogás, un problema que tienen con los purines y las basuras que producen los animales.

Desde el Ayuntamiento de Aras aseguran que como los números "salen", un posible cambio de gobierno en 2019 tampoco afectaría en nada: "el tema de las renovables ya no admite discusión".

En Aras, tampoco se pretende ser "independiente a la red eléctrica general desde el primer momento", sino asegurarse de que pueda funcionar "al cien por cien" sin provocar "riesgos" a la población, subraya el alcalde.

Se deben cumplir dos funciones, según Rafael Giménez: que el beneficio "revierta en los vecinos", y "demostrar que se puede exportar y ser una herramienta de desarrollo rural para municipios similares".

Las dos piezas clave para la realización del proyecto en Aras de los Olmos son la financiación, que sería en torno a los 4 millones de euros, y las tramitaciones administrativas con más de una decena de organismos, como los relativos a impacto ambiental en la Conselleria de Medioambiente o a la dirección general de ordenación del territorio en la Conselleria de Obras Públicas, entre otros.

"Hace falta buscar ideas imaginativas sobre cómo financiar", expresa el alcalde, pero los compromisos con algunas empresas privadas "ya están" y con otras, "se están concretando".

Asimismo, y aunque no adelantará ninguna empresa concreta "por temas de confidencialidad" al menos hasta septiembre, manifiesta que ya hay una confirmada y que se mantienen conversaciones con otras dos; todas ellas, "aparte de la ayuda de la Administración pública".

"Personalmente, estoy convencido de que será más fácil conseguir la financiación que tener en condiciones la documentación para poder empezar. Con esto último, en dos años como máximo el proyecto estará funcionando", reconoce.