Adiós en tiempos de pandemia, por Sergio Pastor.

Por Sergio Pastor Martínez.

Hoy me he levantado muy temprano, como de costumbre, reconozco que me gusta mucho

madrugar. Es de reconocer que duermo poco, me acuesto tarde y me levanto pronto. De

pequeño pensaba que dormir era perder el tiempo “mientras duermes no vives” solía decir, y

cada vez lo pienso más, sobre todo ahora en “tiempos de pandemia” que vemos con ira como la

injusticia se abre camino arrebatando a diario el tiempo de las personas.

Sí, también le decimos adiós, y ese “también” es tan duro como el adiós. Decir adiós es ya una

costumbre, y cuando nos referimos al adiós a un ser querido es una mala costumbre.

Lamentablemente es una costumbre porque nos hemos habituado, a la fuerza, demasiado pronto

y rápido a decir adiós. Esta pandemia nos está arrebatando muchas cosas sin derecho a

despedida, suena irónico para mí, que nunca me gustaron las despedidas.

Pensar, recordar, hablar, y en mi caso escribir, es la única despedida, a título póstumo, que nos

queda para honrar a quien se marcha cuando ni tan siquiera podemos acompañarle en los

momentos más duros, y fugaces, de su vida. Es injusto para quien se marcha y también lo es

para quien se queda.

En ese impasse aparecen ellos, los ángeles de la guarda. Los profesionales que son más personas

que profesionales si cabe: enfermeros, médicos, celadores, limpiadores, y todos aquellos

trabajadores del ámbito sanitario que, además de velar por las vidas, acompañan en la terrible

soledad a nuestros seres queridos cuando más lo necesitan y no pueden tener otra compañía. Por

vuestra sensibilidad y humanidad, a todos vosotros y vosotras siempre GRACIAS, en

mayúsculas, eternamente agradecido.

Hoy más que nunca hay que vivir el momento y decir, aunque sea por video llamada, los te

quiero que no acaban mientras funcionan los relojes de la vida. Y es que el tiempo, y los hijos,

te hacen entenderlo casi todo.

Este virus se lo lleva todo. Las relaciones, las sonrisas, las amistades, los abrazos, las personas,

los besos, las cervezas en el bar y hasta la sensatez. Estamos viviendo lo nunca visto y hay

quienes no parecen darse cuenta que por encima de todo está la educación y el respeto. Si se

pierden las formas con ellas también se pierde la razón.

Hoy hay que protegerse para proteger a los demás. Todo lo que hacemos, y lo que no hacemos,

aunque algunos puedan pensar que no, va a tener consecuencias en los demás. A los que tienen

en su mano decidir, implementar medidas preventivas, que aparquen el orgullo y decidan

siempre hacer. Porque cuando se trata de prevenir, de cuidar de la gente, todo esfuerzo será

poco, ya que todos, absolutamente todos, estamos lidiando la misma batalla.

No van a haber en esta historia vencedores ni vencidos. Todos habremos sido vencidos de un u

otro modo, puesto que todos habremos perdido mucho en este camino: relaciones, sonrisas,

abrazos, besos y las cervezas en el bar pero, por favor no perdamos la sensatez.