Acaba la campaña electoral más bronca como empezó: con el duelo Ayuso-Sánchez

Este domingo se pone fin a una de las campañas electorales más broncas de los últimos años. La decisión de Isabel Díaz Ayuso de adelantar los comicios cuando se vio amenazada por una posible moción de censura con el apoyo de Ciudadanos ha traído consigo un tenso debate que ha trascendido el propio componente autonómico de los comicios.

Erigiéndose como alternativa a Díaz Ayuso, Pedro Sánchez tomó el protagonismo socialista relegando a actor secundario al candidato de su partido, Ángel Gabilondo. Durante semanas, el presidente del Gobierno utilizó el altavoz de Moncloa para lanzar mensajes en clave electoral. Ensalzó su gestión de la pandemia en contraposición a la de Díaz Ayuso y multiplicó sus ataques al Partido Popular.

Sin embargo, el crecimiento día tras día en el voto popular que recibía Díaz Ayuso fue silenciando al presidente del Gobierno, ausente en los últimos días de campaña tras comprobar cómo las encuestas aventuran no sólo un claro triunfo del Partido Popular sino que incluso algunas aventuran hasta un “sorpasso” de Más Madrid al PSOE-M de Gabilondo.

La campaña electoral fue tensando el debate de tal manera que la brusquedad de los discursos fue más allá de la palabra. Una campaña que, pese a ser declarada de manera oficial dos semanas antes del 4 de mayo, arrancó en la práctica el 10 de marzo, cuando la convocatoria adelantada de elecciones anuló los amagos de moción de censura.

Desde entonces, el cruce de acusaciones se fue elevando y las normas, tomadas a la ligera. La Junta Electoral Provincial se vio obligada a intervenir en precampaña. Primero para pedir al PSOE la retirada de un cartel gigante de Gabilondo puesto antes de tiempo. Después, para anular dos canditaturas a las listas del PP, entre la que se incluía Toni Cantó, fichado de Ciudadanos.

El 7 de abril, un mitin de Vox en Vallecas acabó en batalla campal. Extremistas de izquierda acudieron a reventar el acto a pedradas, la policía se vio obligada a intervenir y el acto acabó con 35 personas heridas, 20 de ellas agentes de policía. Casualmente, este sábado se conoció que dos de los detenidos una semana después eran trabajadores de Unidas Podemos.

En las últimas semanas, las amenazas tomaron el protagonismo. Una serie de cartas con balas llegaron a diversos ministerios. También un cuchillo simulando estar ensangrentado llegó a la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, inmersa en la campaña de Gabilondo.

Sin estos antecedentes se logró hacer el único debate electoral con los seis candidatos presentes. Uno posterior, sin Díaz Ayuso, acabó suspendido cuando Pablo Iglesias se retiró después de que la candidata de Vox, Rocío Monasterio, cuestionara la veracidad de las amenazas.

Del “socialismo o libertad” con el que se lanzó Ayuso a la reelección – y que posteriormente cambió a “comunismo o libertad” con la entrada de Iglesias-, la izquierda respondió con “fascismo o democracia” ante el necesario apoyo de Vox. Una polarización ideológica del debate que ha traído consigo una de las campañas electorales más embarradas de los últimos años.

Con este clima, las encuestas prevén un triunfo amplio de Díaz Ayuso, que obtendría la mayoría necesaria para gobernar pactando con Vox. Un 50 por ciento de los votos para la derecha por 45 para la izquierda.

La dirigente popular, centro de todos los ataques del a izquierda, se ha dedicado a defender su gestión de la pandemia de y de los dos últimos años para catapultar la intención del voto del PP. Sus rivales, mientras tanto, han ido difuminándose en luchas internas y contradicciones.

Gabilondo ha renegado de un posible pacto de Gobierno que incluya a Podemos, aún cuando con mirar a Moncloa se demuestra que ya están juntos.

Iglesias, con la intención de abandonar la política nacional, acudió de manera mesiánica a liderar la izquierda madrileña. Tras recibir la negativa de Más Madrid, quedó como líder impuesto sin primarias de Unidas Podemos, quinta fuerza en intención de voto de la comunidad.

Edmundo Bal, también impuesto como candidato de Ciudadanos, se lanzó a la difícil batalla de salvar los muebles. Con el objetivo de lograr el mínimo del 5 por ciento de votos que les permita entrar en la Asamblea, el partido naranja pasó de negociar la caída de Díaz Ayuso con el PSOE a ofrecer sus apoyos al PP para mantener el status quo.

Vox, que puede verse afectado por el crecimiento de Ayuso, lograría aún así los escaños suficientes para mantener su papel de llave para el gobierno de la derecha en la Comunidad de Madrid.

Por último, Más Madrid es, junto con el PP, el partido más beneficiado por el clima de tensión de la campaña. Aunque en este caso, debido al contraste de calma de una Mónica García alejada del foco de tensiones y receptora de los desencantados del PSOE, previéndose una subida de escaños que le acercaría, incluso superaría -según las encuestas más atrevidas-, al partido de Gabilondo.

Este domingo, los partidos pondrán el punto y final a la campaña con actos de cierre de los candidatos junto a los líderes nacionales: Díaz Ayuso, junto a Pablo Casado, lo hará en Madrid Río; Gabilondo, junto a Pedro Sánchez, en Entrevías; Edmundo Bal, con Inés Arrimadas, en la Plaza de la Villa; Mónica García, con Íñigo Errejón, en la Cuesta de Moyano; Rocío Monasterio, junto a Santiago Abascal, en la Plaza de Colón; y Pablo Iglesias, en Vicálvaro, junto a Yolanda Díaz, Irene Montero y Ada Colau.