A las 11 en casa

Quién nos iba a decir que el final de este 2020 lo viviríamos a golpe de toque de queda y que no sólo tendríamos hora de llegada a casa, sino que el número de personas con las que compartir estos momentos estaría limitado.

Tirando de imaginación, como casi siempre, y de las nuevas, y no tan nuevas, tecnologías nos hemos estrenado, también en el ámbito familiar, en las vídeo llamadas, reuniones, etc. teniendo los portátiles sitio reservado en nuestras mesas. Y es que, a nuestras ganas de compartir, de vernos, de hablarnos no hay quien ponga barreras y enternece ver a las personas de más edad reclamando de la pantalla las caras de todos sus seres queridos a lo largo de esa mesa virtual que ha presidido nuestras navidades.

El confinamiento inicial y las restricciones a que esta pandemia nos ha llevado no anunciaban nada distinto, aunque para muchos ya estaba todo superado, y la verdad es que estoy convencida de que si todos hubiéramos puesto el mismo empeño hoy no estaríamos viviendo esta situación tanto sanitaria como socio-económica que nos quita el sueño.

Abrumados con lo que se nos viene encima nos repetimos como un mantra que el 2021 será mejor, y con la boca pequeña nos decimos que tampoco será tan difícil, aunque no nos atrevemos a decirlo en voz alta por si…

Y me pregunto si seremos capaces de trabajar juntos para salir, sin dejar a nadie atrás, pero de verdad, con medidas serias de apoyo a los autónomos, a las empresas para que puedan seguir generando empleo y que los trabajadores puedan recuperar estabilidad.

Si las instituciones serán capaces de abrir ojos y oídos para ver y escuchar las demandas ciudadanas y que, de una vez por todas, dejemos de poner palitos en las ruedas, y que el “yo no te ajunto” se nos quedó en la guardería y no tiene cabida en esta vida adulta que nos exige compromiso.

Un compromiso que, en estos momentos, demanda diálogo, consenso, cintura y búsqueda de acuerdos y no dedicarnos a pasear fantasmas, crear problemas donde no los hay, imaginando reflexiones sobre cuestiones que, a día de hoy, y con la que nos está cayendo, se hacen cuatro, y de forma muy interesada.

Ahora, mientras escribo estas líneas escucho las palabras de las primeras personas vacunadas, la ilusión que reflejan sus voces, y no puedo evitar pensar en los que marcharon. Por todos ellos, este es un momento excepcional.

Estos de hoy, mujeres y hombres que han vivido y sufrido todo lo que ha vivido nuestro país a lo largo de sus años conocen mejor que nadie el valor de la vida y la ilusión de compartirla con sus seres queridos. Deberíamos escucharlos más, son memoria viva de lo que hemos sido y nos recuerdan que por muchos golpes que la vida te dé, siempre hay un motivo para volver a levantarse.

Así que no queda otra, levantémonos de este batacazo y démosle al 2021 la oportunidad de ser nuestro año. Se lo debemos a todos ellos.