JUEGOS PARALÍMPICOS TOKIO 2020 Susana Rodríguez es de oro

Susana Rodríguez ha pasado de la portada de 'Time' a colgarse el oro en Tokio. La gallega partía como favorita en todas las apuestas y cumplió con las expectativas, coronándose junto a su guía Sara Loehr, como la nueva reina del triatlón en clase PTVI. La también campeona del mundo y de Europa mostró su autoridad desde los primeros compases de la prueba y cuando cruzó la meta se fundió en un abrazo con Sara antes de caer exahusta. Es el premio a la constancia y la dedicación. Esta es su primera medalla en unos Juegos, después de haber cosechado un diploma en Río 2016. Tras la competición apenas podía reprimir las lágrimas. "Es una pasada, cuando dicen nuestros nombres, el himno... tienes el corazón en un puño. No te lo puedes imaginar hasta que te pasa", dijo sin poder disimular su enorme felicidad.

Susana y Sara han creado el equipo perfecto en tiempo récord. Y es que empezaron a entrenar juntas en febrero de 2020, justo antes de la irrupción del coronavirus. "Hemos hecho unas buenas planificaciones y de las pocas carreras en que hemos participado sacamos conclusiones útiles para el día de hoy. Con Sara todo ha sido muy fácil. Siempre ha estado pendiente y ha querido probar los tres deportes sin ver. Encontrarla ha sido una de las casualidades bonitas que me ha dado la vida", manifestó en la zona mixta, junto a ella.

Sin embargo, esto no acaba aquí. Susana, con una discapacidad visual grave debido a su albinismo, ha hecho historia y volverá a competir mañana domingo en Tokio, pero en una categoría diferente: los 1.500 de atletismo. Para dicha prueba su guía será Celso Comesaña. "Habrá que posponer la celebración, más allá de una cena con algo de dulce. He prometido mil cosas si ganaba aquí y ahora me van a pillar (risas). Yo que odio bailar dije que lo haría, que organizaría una fiesta en Santiago para un montón de amigos... Me lo irán recordando ellos", bromeó.

El oro no hace más que acrecentar la figura de esta médico de profesión que estuvo en primera línea luchando contra la pandemia en el hospital de Santiago, centrada en la atención telefónica. Hoy todos esos pacientes celebran su éxito. "Cada una de esas personas que nos haya seguido me da fuerza. Eso llega de alguna manera. Los voluntarios, los medios... te hacen no sentirte sola aquí en Tokio", afirmó antes de que volvieran a sonar los aplausos en su honor.

Un bronce muy madrugador

España madrugó y tuvo su recompensa, va cogiendo carrerilla en el medallero. El triatlón subió tres preseas más al casillero. Al oro de Susana Rodríguez se unieron el bronce de Álex Sánchez Palomero y la plata de Héctor Catalá. Ni la dureza extrema de la prueba, ni el sofocante calor del Parque Marino de Odaiba —se superaba el 80% de humedad y se rondaban los 30 grados—, amilanaron a nuestros deportistas que demostraron que nada ni nadie puede con ellos.

El primer metal de la mañana, el de bronce, se lo colgó Sánchez Palomero en la prueba de PTS4, correspondiente a deportistas con discapacidad física, con un tiempo de 1:04"24. No es la primera medalla del salmantino, de 34 años, en unos Juegos. Ya tenía en su haber otro bronce de Pekín 2008. Sin embargo, el de entonces lo consiguió en un deporte diferente: la natación. Más concretamente, los 100 metros braza. Ahora ha vuelto al podio y tendrá que cumplir la promesa que le hizo a su hijo Bruno antes de poner rumbo a Tokio: regalarle un perro.

No ha sido fácil el camino de Álex. A los 17 años, cuando soñaba con ser bombero y se preparaba para afrontar la carrera de arquitectura, su vida dio un volantazo. Sufrió un accidente de tráfico con la moto. Para no atropellar a un peatón que cometía una imprudencia, terminó perdiendo el control de su vehículo y cayendo, algo que le provocó graves daños en el brazo derecho, desde entonces sin sensibilidad ni movilidad.

El camino tampoco ha sido fácil en lo deportivo. Su capacidad de adaptación ha sido asombrosa. Un cambio en la normativa de Londres 2012 provocó que no pudiera competir con el brazo dentro del bañador, algo que le perjudicó y le hizo replantearse su futuro. Hasta el punto que dejó de nadar durante meses. Ahí descubrió el triatlón y sus resultados fueron buenos. Todo parecía ir bien, pero volvieron los contratiempos. Su categoría no figuraba en el programa de Río 2016. Esa decepción ha sido la gasolina para volar en Tokio.

La plata de la remontada

La segunda medalla corrió a cargo de Héctor Catalá, quien conquistó una plata junto a su guía Gustavo Rodríguez en la clase PTVI, tras una gran remontada. Había salido séptimo del agua y sexto de la transición de la bicicleta. Es su primer metal en unos Juegos ya que  en Río se quedó con la miel en los labios al no figurar su categoría en el programa. Se ha sacado la espina, consiguiendo el debut soñado.

"La última frase que me dijo Gustavo antes de tirarnos al agua fue que pasara lo que pasara había que pelearlo hasta el final", recordó Héctor, cuya complicidad con Gustavo queda patente. "¿Que si nos peleamos mucho? Aquí por el aire acondicionado básicamente. El valenciano quiere dormir con calor, sudando el tío", bromeó el guía, a lo que Héctor apostilló: "Es como un matrimonio, pero sin poder solucionar los problemas en la cama. Gus es mi compañero. Somos como un K2. No tiene que preocuparse por mí. Yo voy a su casa y sus niñas me quieren como a su tío"

El valenciano sufre la enfermedad de Best, una patología que empezó a desarrollar a una temprana edad y que le deja apenas un resto visual de un 10%. Ese empuje que le ha acompañado en su vida también lo ha demostrado en el deporte. Durante la pandemia hizo un Ironman desde su casa para conseguir fondos que se destinaron a la lucha contra la COVID-19. El campeón del mundo en 2019 era otro de los grandes candidatos a subirse al podio. Dicho y hecho.